viernes, 9 de abril de 2010

Empezando como un Rimbaud

De las venas me nace sangre negra
Sangre heredada de otros, sangre manchada
Sangre de pecados, esta noche no
Encontré nada más que sangre negra
Para escribir.

Para definir el principio y el fin de mi locura,
De niño las serpientes me cantaban en la cuna,
Con el tiempo, serpientes y culebras besaban mis
Heridas, bebían de mis lagrimas y
Por las noches me susurraban historias.

Ángeles y demonios en mis sueños, temores
En los besos maternos, cielos negros
Llenos de muerte y miedo, cielos rojos llenos
De ira, las alas se queman antes de usarse.

De mi herencia queda la locura, queda la sangre marcada,
Quedan las cicatrices, los demonios, las habladurías,
Pero serpientes y culebras siempre están cuidando mí.

Se dice que la luna roja marca la tragedia,
Mitos, leyendas, supersticiones y temores,
Ladridos de perro es lo único que recuerdo,
He seguido horizontes que no llevan a ningún lado,
Mas que al principio una y otra vez.

Se escucha la dulce voz de una madre, preocupada,
Consternada y pendiente de su hijo, pero yo
Solo escucho una falsa comedia televisiva, mis oídos
Libres de engaños, libres de cadenas, escuchando el
Ruido natural de la gente.

Las serpientes y culebras me guían, lentas y sigilosas,
Me llevan a la noche a la libertad, dentro del mar,
Sonde viven las lagrimas de Ángeles, el mar, ahí
Donde las almas temen perderse, ahí es donde late
El corazón de mis serpientes, entre bruma de esperanza,
La luna se refleja en su espejo marino.

Al llorar el mar me puedo refugiar en las viejas estrellas,
En el neon de las ciudades del silencio y del ruido.
Serpientes y culebras, cuidándome y arropándome
En su seno, con besos de serpiente y culebra duermo mejor.

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