lunes, 24 de diciembre de 2012

Un Suspiro Muerto

A veces le pregunto al Diablo: ¿A dónde se va a ir todo?
No me responde, pues él tampoco lo sabe,
viejas lágrimas, tibias, transparentes, se retuercen
en el filo de la navaja de mis ojos, temen salir.
No es buen día para morir, no es buen día para vivir... 

Llévate mi dolor, así como te llevaste mis besos,
dejaste solo chatarra de mis sueños,
quedaron desiertos todos mis versos, he criado
cientos de cuervos y ninguno ha sacado mis ojos.

La tristeza renace cuando sus palabras arrancan pedazos
de carne a los demonios vagabundos de mi piel,
vagabundos, son mendigos del néctar de tulipanes,
amapolas, lunas y mares que nacen solo en los jardines
de tu piel color de sueño.

Desperdicios oxidados, retorcidos, malsanos, eso quedo
de mí, un recuerdo, un fantasma, un suspiro muerto 
sobre la superficie etérea del viento. 
Y el Diablo sigue aquí, tan confundido como mis palabras,
tan lánguido y exangüe, siendo parte de los mismos gastados 
recuerdos en los que revivimos una y otra vez.

Y me pregunto si: ¿Es tiempo de que esto a lo que llamamos vida, 
por fin se acabe?

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