Parte 1: Donde no se puede Curar la Locura
El Cuaderno de Notas se cierra y el Dr. Lofi reflexiona sobre lo perdido, sobre lo destruido..."Aun escucho todas esa palabras, esos gritos, los llantos, todo el dolor, en verdad nunca creí que me afectara yo siempre lo vi todo de manera clínica, de forma profesional, pero ahora todo ese dolor, esa angustia, esta clavandose en mis manos, en mis ojos, en mi espalda, hasta en mi alma, son como pequeñas espinas inyectandome su veneno, creo que Ikaro tuvo razón, nunca fui lo suficientemente humano... Ahora recuerdo todo, pero como es que llegamos a esto. ¿Que maldición nos hato a este maldito lugar? ¿Porque lo Olvidamos todo? Nos destruimos sin darnos cuenta y este lugar, nos empeoro totalmente, en parte se que es mi culpa..."
Aquella figura desgravada y adolorida se acerca a la ventana y contempla el nacer del sol "me siento vació, hay algo diferente en este amanecer...es un recuerdo mas, ah solo quisiera volver a empezar" tal y como el Dr. Lofi piensa, hay algo diferente, el sol que nace ilumina de la misma manera que lo hizo hace años, lo contempla y recuerda las mañanas que vivió en la vocacional junto a sus viejos kamaradas, se entristece pues sabe que eso es algo que nunca volverá a pasar, los minutos transcurren lentos y pesados, camina por esos corredores vacíos, "Es mejor que todos se hallan marchado, este lugar se convirtió en un infierno, yo también quisiera escapar, pero no tengo idea a donde ir, ni que hacer, perdí a mi familia, mis amigos se han ido, no me queda nada mas que mis notas, mi piano... ah mi viejo piano, quisiera tocar una ultima canción."
La música expresa todo el dolor acumulado a través de los años, a través de las notas en su cuaderno, de todo eso que vivió y de lo cual nunca fue consiente, ahora todo eso sale de manera hermosa, lágrimas caen de los ojos del Dr. Lofi así como una nostálgica lluvia, rompe el acorde crudamente y desborda su llanto amargamente sobre los dientes del piano, un cuchillo oxidado acaricia suavemente su yugular y siente como esa pesadez se evapora como éter de sus hombros, los angustiosos gritos se apagan con su sangre, se siente mejor, aliviado, entre sus nublados ojos ve aquel cabello largo y enmarañado, una figura lo sostiene mientras cae al suelo como una hoja marchita, estira su mano y acaricia aquel cabello, sonríe débilmente y piensa "Gracias Ikaro" mientras los últimos acorde de su vida se acaban Ikaro lo recuesta sobre un diván, lo cubre con una manta y coloca una flor de cempasuchitl sobre sus manos, besa su frente y cierra sus ojos, "Descansa por fin Hermano".
Ikaro sale corriendo de ahí, abre las puertas del manicomio y huye, se arranca la ropa y corre libre hacia el horizonte, mira de frente al sol y le viene la misma pregunta a la mente, tampoco tiene a donde ir ni que hacer, hace meses no recibe una carta, su única familia eran sus kamaradas en el manicomio y ahora esta vació.
-¿Ahora que hago?
Se detiene por unos cuantos minutos, regresa al manicomio, frente al cadáver del Dr. Lofi se corta la piel del antebrazo, cuando la sangre fluye comienza a escribir un poema sobre la pared... Al acabar de escribir coloca el cuchillo junto a la flor en el pecho de su kamarada y se va, ahora sin mirar deja el manicomio atrás y se pierde en el bosque...
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